Fernando Moreno

Historia Magistra Vitae. Cicerón

La Historia concierne de manera especial y, de suyo privilegiada, a la buena vida humana del pueblo es decir, al bien común

Por: Fernando Moreno | Publicado: Martes 21 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.
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La historia es maestra de vida; nos enseña (o, muestra) M. Tulio Cicerón, en el sentido propio del término. De ahí la importancia pedagógica inherente a la Historia como disciplina. Junto a la Moral (catequética o filosófica), la Historia concierne de manera especial y, de suyo, privilegiada, a la buena vida humana del pueblo (Santo Tomás de Aquino), es decir, al bien común.

De ahí que la historia, como disciplina y como cátedra, no debe ser transable en ningún proyecto educacional o pedagógico digno de su nombre.

Hoy, más que nunca antes, en estos tiempos, en los que el relativismo nos ha llevado -e instalado... si pudiera decirse en la cultura de la muerte , y en los que la ideología (Marx, Gramsci y acólitos) han estado sistemática y perversamente, pedagógica y físico-mostrativamente (Museo de la Memoria, por ejemplo) aplicando su energía (Dostoievski) a re- inventar la historia del pueblo chileno (propiamente tal), en provecho de sus designios políticos ligados al Poder y al Dinero; en tales tiempos (decimos), la importancia de la Historia (disciplina, cátedra y enseñanza familiar), es, sin más, fundamental; es decir, concierne al fundamento de la unidad de paz (Santo Tomás de Aquino); la cual no se realiza, sino en la amistad cívica (Aristóteles), y, desde luego... en y por la verdad (que hace libres).

Así, si Voltaire exhortaba al miente, miente, que al final algo queda, una propia y sana pedagogía cultural, en que Verdad y Bien se conjugan, debiera moral e históricamente afirmar y repetir: di la verdad, di la verdad, que ojalá más de algo quede Y esto, en lo material y en lo espiritual; en relación a la paz y a la guerra, a las artes (bellas y otras); a la economía y, a la política, y, desde luego, a la educación (H. I. Marrou) en su rica y, en cierto modo compleja y diversa naturaleza.

Ahora bien, un tal compromiso con la Verdad, y especialmente con la verdad histórica, implica un permanente desafío pedagógico; Y esto (una vez más .) como exigencia del bien personal, y del bien común; considerando el condicionamiento -si no la causación- recíproca de tales bienes.

La importancia mayor e irrenunciable (de suyo), de lo que supone en cierto sentido una misión personal, familiar y ciudadana (si no, patriótica ), no ha cesado de ser acechada por la ideología, y sus agentes; no rara vez encubiertos pedagogos. En este campo como en todo lo humano, habrá siempre activos vigilantes y agentes de la Verdad y el Bien; conscientes que el mal es lo que sobreabunda en la especie humana.

En todo caso, y sea como fuere, la historia si bien se hace a menudo contra nosotros, pero nunca contra Dios (Journet, Maritain). Y es que sólo Dios hace el Bien también a partir del Mal.

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